Las computadoras existen entre nosotros a partir de la segunda mitad del siglo XX; previamente habían existido calculadoras que pueden considerarse como un paso anterior al desarrollo de este artefacto. Al principio las computadoras eran enormemente grandes, enormemente costosas y solo justificables para usos muy específicos, como por ejemplo el militar. En estos primeros momentos requerían que se les introdujese información mediante tarjetas perforadas, mientras que se tomaba nota de los resultados en función de pequeñas luces de colores; estos dos aspectos vienen a representar, en esta época primitiva de la informática, a los periféricos de entrada y salida; hoy en día estos periféricos siguen existiendo bajo formas modernas, como por ejemplo el teclado, el ratón, el monitor, etc.
Como queda dicho, la arquitectura básica que tiene cualquier computadora remite a un procesador y a una memoria comunicados por un canal para datos denominado bus. La memoria consiste en un conjunto de celdas que pueden representar a un cero o a un uno en cada caso; el procesador va tomando los datos cargados en la memoria y va realizando sus operaciones, cargándolos nuevamente en la misma con las respectivas modificaciones. Puesto que esta memoria es volátil, es decir, se borra cuando se corta la alimentación de energía, la computadora requiere de una unidad de almacenamiento para guardar datos de forma permanente.
Como es evidente, las computadoras han incrementado enormemente sus capacidades como asimismo han reducido enormemente sus dimensiones. En este sentido, puede decirse que las computadoras personales fueron una revolución en el área de la informática. Hoy en día, la reducción de tamaño es tan elevada que hace posible que puedan tenerse computadoras en la palma de la mano; en efecto, un claro ejemplo de esta circunstancia lo manifiestan los teléfonos inteligentes, teléfonos que guardan en su interior todos los componentes y funciones de una computadora.
